
La capital nipona será por el momento la última cita olímpica del deporte de las bolas y los strikes, ante la negativa de París 2024 de acogerlo. Pero llegar a la Tierra del Sol Naciente representa un enorme desafío.
Cuba quiere estar, naturalmente. Las deudas cualitativas de sus equipos nacionales en los últimos tiempos cuestionan la validez del objetivo, aunque la mística de los antillanos como semillero de talentos intenta hacer el milagro.
Rey Vicente Anglada, el manager de los cubanos, conoce como otrora jugador estelar las variables de esta disciplina. Sin embargo, no encuentra una explicación al desgano ofensivo de sus dirigidos, mucho menos tras el revés ante Colombia 6×1 el lunes.
Lo curioso del caso es que la delegación de Cuba marca una magnífica arrancada en la cita continental y ya tiene cinco medallas de oro, cinco de plata y cuatro de bronce. Esto todavía sin el boxeo, lucha, judo y atletismo, en los que la cosecha debe ser amplia.
Empero, la pelota (como la llaman los cubanos) es la pelota y si bien la amenaza del fútbol en cuanto a popularidad es notable, la sangre brota por las venas del beisbol. Si Canadá gana tendrá matices de tragedia.
Los canadienses noquearon a Argentina 10-0 en ocho entradas y quieren asestar la estocada letal a sus archirrivales, con lo cual el camino para repetir por tercera vez el metal dorado se les haría más llevadero.
Habrá que pasar la página ante una pronunciada cuesta arriba. La esperanza es el pitcher zurdo Yoani Yera y una reacción de pilares en la ofensiva como Yuribel Gracial y Yordanis Samón, tercero y cuartos bates.
De todas formas tampoco hay que perder de vista que Colombia, con una plantilla de profesionales en la liga de Venezuela y algunos que rozaron las Grandes Ligas, se mostró como una escuadra bien estructurada, con oficio y calidad.
Los colombianos sacarán seguramente provecho de su enfrentamiento este martes contra Argentina, en tanto en el grupo A habrá un choque de trenes entre Puerto Rico y República Dominicana.
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